CARTA I
EL MAGO
Vi el Hombre. Su iba de la tierra
al cielo y estaba vestido con un manto púrpura. Se paraba profundamente en el
follaje y en las flores y su cabeza, sobre la que estaba la banda cefálica de
un iniciado, parecía desaparecer misteriosamente en el infinito. Ante él sobre
un cubo en forma de altar estaban cuatro símbolos de magia– el cetro, la copa,
la espada y el pantáculo.Tenía su brazo derecho apuntando hacia el cielo, su
izquierdo hacia la tierra. Bajo su manto lucía una túnica blanca entallada con
una serpiente mordiéndose la cola.
Su cara estaba luminosa y serena
y cuando sus ojos encontraron los míos, sentí que me decía los más íntimos
recesos de mi alma. Me vi a mí mismo reflejado en él como en un espejo y sus
ojos parecían mirar sobre mí. Y escuché una voz diciendo:
-”Mira, este el Gran Mago! Con
sus manos él une el cielo y la tierra, y los cuatro elementos que forman el
mundo son controlados por él. Los cuatro símbolos ante él son las cuatro letras
del Nombre de Dios, los signos de los cuatro elementos, fuego, agua, aire,
tierra”.
Tiemblo ante la profundidad de
los misterios. Conmovido escucho las palabras escucho que parecen ser arrojadas
por el mismo Gran mago, y fue como en pensamiento que él habló en mí. Estaba en
una profunda trepidación y en ese momento siento que no había nada ante mí
excepto el cielo azul, pero dentro de mí había una ventana abierta a través de
la cual podía ver cosas sublimes y escuchar palabras sublimes.
CARTA II
LA SACERDOTISA
Cuando levanté el primer velo y
entré en el patio externo del Templo de la Iniciación, vi en semi oscuridad la
figura de una mujer sentada en un trono alto entre los dos pilares del templo,
uno blanco, y uno negro. El misterio emanaba de ella y estaba a su alrededor.
Los símbolos sagrados brillaron en su verde vestido; en su cabeza estaba una
tiara de oro sobremontada por una luna con dos cuernos; sobre sus rodillas
sostenía dos llaves cruzadas y un libro abierto. Entre los dos pilares detrás
de la mujer colgaba otro velo todo bordado con verdes hojas y frutos de la
granada.
Y una voz dijo:
“Para entrar en el templo uno
debe levantar el segundo velo y pasar entre los dos pilares. Y para así pasar,
uno debe obtener la posesión de las llaves, leer el libro y entender los
símbolos. Es usted capaz de hacer esto?”
“Quisiera ser capaz,” dije.
Luego la mujer dio vuelta su cara
hacia mí y me miró en los ojos sin hablar. Y a través de mí pasó un
estremecimiento, misterioso y penetrante como una onda de oro; los tonos
vibrados en mi cerebro, una llama estaba en mi corazón, y entendí que ella me
hablaba, sin pronunciar palabras:
“Este es el Pasillo de la
Sabiduría. Nadie pueden revelarlo, ni uno puede ocultarlo. Como una flor debe
crecer y florecer en vuestra alma. Si usted plantara la semilla de esta flor en
vuestro suelo– aprendería a discernir lo verdadero de lo falso. Escucharía
solamente la voz que es insonora… Miraría solamente en lo que está invisible, y
recuerde eso está en usted mismo, es el templo y la puerta a esto, y el
misterio, y la iniciación.”
CARTA III
LA EMPERATRIZ
Sentí la respiración de la
primavera, y acompañando la fragancia de violetas y de lirios del valle oí el
delicado cantar de los elfos. El riachuelo murmuró, las copas de los árboles
crujieron, las hierbas susurraron, los innumerables pájaros cantaron en coro y
las abejas zumbaron; por todas partes sentía la respiración de la naturaleza
alegre, viva.
El sol brillaba delicada y
suavemente y una pequeña nube blanca colgaba sobre los bosques.
En el medio de un prado verde en
donde florecían los primores, vi a la Emperatriz sentada en un trono cubierto
con hiedra y lilas. Una guirnalda verde adornaba su pelo de oro y, sobre su
cabeza, brillaban doce estrellas. Detrás de ella se levantaron dos alas nevosas
y en sus manos llevaba un cetro. Todo alrededor, bajo de la dulce sonrisa de la
Emperatriz, flores y brotes abriendo su cubierta de rocío, verde hojas. Su
vestido entero estaba cubierto con ellos como si cada uno abriera nuevamente la
flor que era reflejada en ella o se había grabado sobre eso y se había
convertido así parte de su ropa.
El signo de Venus, la diosa del
amor, estaba cincelado sobre su trono de mármol.
“Reina de la vida,” dije, “porqué
todo es tan brillante y alegre alrededor de usted? No conoce el gris, el
cansado otoño, el invierno blanco y frío? No conoce de la muerte y de
cementerios con negras, frías y húmedas tumbas? Cómo puede sonreír tan alegre
sobre las flores abriendo, cuando todo está destinado a morir, incluso lo que
aún no ha nacido?
Por respuesta la Emperatriz miró
en mí aún sonriente y, bajo influencia de esa sonrisa, sentí repentinamente una
flor de algún claro entendimiento abriéndose en mi corazón.
CARTA IV.
EL EMPERADOR.
Después de que aprendiera los
primeros tres números me dieron a entender la Gran Ley de Cuatro — el Alfa y el
Omega de todo.
Vi el emperador sobre un elevado
trono de piedra, ornamentado por cuatro cabezas de carnero. En su frente
brillaba un casco dorado. Su barba blanca caía sobre una capa púrpura. En una
mano sostenía una esfera, el símbolo de su posesión, y en la otra, un cetro en
la forma de una cruz egipcia — muestra de su poder sobre el nacimiento.
“Soy la Gran Ley,” dijo el
Emperador. “Yo soy el nombre de Dios. Las cuatro letras de su nombre están en
mí y estoy en todo.
“Estoy en los cuatro principios.
Estoy en los cuatro elementos. Estoy en las cuatro estaciones. Estoy en los
cuatro puntos cardinales. Estoy en los cuatro signos del Tarot.
“Soy el principio; Soy la acción;
Soy el término; Soy el resultado.
“Para el que sepa verme no hay
misterios en la tierra.
“Soy el gran Pantáculo
“Así como la tierra encierra en
sí misma el fuego, el agua y el aire; así la cuarta letra del nombre encierra
en sí las primeras tres y se convierte a sí misma en la primera, así mi cetro
encierra el triángulo completo y lleva en sí mismo la semilla de un nuevo
triángulo.
“Yo soy el Logos en el aspecto
completo y el principio de un nuevo Logos.”
Y mientras el Emperador hablaba,
su casco brillaba y brillaba y su dorada armadura destellaba bajo su capa. No
podría llevar su gloria y yo no bajar mis ojos.
Cuando intenté levantarlos otra
vez una vívida luz de radiante fuego estaba ante mí, y postrándome hice una
reverencia a la ardiente Palabra.
CARTA V
EL SUMO SACERDOTE
Vi al gran Maestro en el Templo.
Estaba sentado en un trono dorado colocado sobre una plataforma púrpura, y
vestía la túnica de un alto sacerdote con una tiara dorada. Sostenía una cruz
dorada de ocho puntas y a sus pies había dos llaves cruzadas. Dos iniciados
estaban inclinados ante él y a los que le decía:
“Busquen el camino, no busquen el
logro, busquen el camino dentro de ustedes.
“No esperen oír la verdad de
otros, ni verla o leerla en libros. Busquen la verdad en ustedes, no fuera de
ustedes.
“Aspiren solamente a lo imposible
e inaccesible. Esperen solamente eso que no será.
“No se esperancen en Mí, — no me
vean a Mí, — no crean — que yo estoy fuera de ustedes
“Dentro de su alma construyan una
elevada torre por la cual puedan ascender al cielo. No crean en milagros
externos, esperen milagros solamente dentro de ustedes. Cuídense de la creencia
en un misterio de la tierra, en un misterio guardado por los hombres; porque
los tesoros que deben ser guardados están vacíos. No busquen un misterio que
pueda ser ocultado por los hombres. Busquen el misterio dentro de su propio ser
“Sobre todo, eviten esas torres
construidas para preservar los misterios y para hacer un ascenso al cielo por
escaleras de piedra. Y recuerden que tan pronto como los hombres construyan tal
torre comienzan a disputarse la cumbre.
“El camino está en ustedes
mismos, y la Verdad está en ustedes mismos y el Misterio está en ustedes
mismos.”
LOS AMANTES.
Vi un jardín floreciente en un
valle verde, rodeado por suaves colinas azules.
En el jardín vi a un hombre y a
mujer hermosos y desnudos. Se amaron y su amor era su servicio a la Gran
Concepción, una plegaria y un sacrificio; a través de esto ellos comulgaron con
Dios, a través de esto recibieron las altas revelaciones, en su luz las
verdades más profundas vinieron a ellos; el mundo mágico abrió su puerta; los
elfos, ondinas silfos y gnomos vinieron abiertamente a ellos; los tres reinos
de la naturaleza, el mineral, vegetal y animal y los cuatro elementos — fuego,
agua, aire y tierra, les sirvieron.
A través de su Amor vieron el
misterio del equilibrio del mundo, y que ellos mismos fueron un símbolo y
expresión de este balance. Dos triángulos unidos en ellos en una estrella de
seis puntas. Dos imanes fusionados en un lapsus. Eran dos. El tercero era el
Futuro Desconocido. Los tres hacían Uno.
Vi a la mujer mirar hacia fuera
sobre el mundo como ensimismada con su belleza. Y del árbol en el cual maduró
la fruta de oro vi una serpiente arrastrándose. Susurró en el oído de la mujer,
y vi que ella la escuchaba, sonriendo suspicazmente al principio, luego con la
curiosidad que se combinó en alegría. Entonces La vi hablar al hombre. Noté que
él parecía admirarla solamente y sonriendo con una expresión de alegría y de
simpatía a lo que ella le decía.
“Este cuadro que usted ve, es un
cuadro de la tentación y la caída “, dijo la voz. “Qué constituye la caída?
Entiende su naturaleza?
“La vida es así buena”, dije, “y
el mundo tan hermoso, y este hombre y mujer desearon creer en la realidad del
mundo y de sí mismos. Buscaron olvidarse del servicio y tomaron del mundo lo
que este puede dar. Hicieron una distinción entre sí mismos y el mundo.
Dijeron, ‘ estamos aquí, el mundo está allá ‘. Y el mundo se separó de ellos y
llegó a ser hostil.”
“Sí”, dijo la voz, ésta es la
verdad. ” El error eterno con los hombres es que ven la caída en el amor. Pero
el amor no es una caída, es una elevación sobre un abismo. Y cuanto más alto es
el vuelo, más hermosa y fascinante aparece la tierra. Pero esa sabiduría, que
se arrastra sobre la tierra, aconseja la creencia en la tierra y en el
presente. Ésta es la tentación. Y el hombre y la mujer se rindieron a esto.
Cayeron de los reinos eternos y se sometieron al tiempo y a la muerte. El
equilibrio fue perturbado. La tierra encantada se cerró sobre ellos. Los elfos,
las ondinas, los silfos y los gnomos pasaron a ser invisibles.
La cara del dios dejó de revelarse
a ellos, y todo las cosas aparecían al revés.
“Esta caída, este primer ‘ pecado
del hombre ‘, se repite perpetuamente, porque el hombre continúa creyendo en su
separación y en el Presente. Y solamente por medio de gran sufrimiento puede
liberarse del control del tiempo y retornar a la Eternidad, dejar la oscuridad
y volver a la Luz.”
“La vida es así buena”, dije, “y
el mundo tan hermoso, y este hombre y mujer desearon creer en la realidad del
mundo y de sí mismos. Buscaron olvidarse del servicio y tomaron del mundo lo
que este puede dar. Hicieron una distinción entre sí mismos y el mundo.
Dijeron, ‘ estamos aquí, el mundo está allá ‘. Y el mundo se separó de ellos y
llegó a ser hostil.”
CARTA VII
EL CARRO.
Vi un Carro tirado por dos
esfinges, una blanca, la otra negra. Cuatro pilares sostenían un pabellón azul,
en el cual había estrellas de cinco puntas dispersas. El Conquistador revestido
en armadura de acero, parado bajo este pabellón guiaba las esfinges. Llevaba un
cetro, en el extremo del cual había un globo, un triángulo y un cuadrado. Un
pentagrama dorado chispeaba en su corona. En el frente del carro estaba
representada una esfera alada y debajo de eso el símbolo del místico lingam,
significando la unión de dos principios.
“Todo en este cuadro tiene un
significado. Mire e intente de entender “, dijo la voz.
“Esta es la Voluntad armada con
el Conocimiento. Vemos aquí, sin embargo, el deseo de lograr, más que el logro
en sí mismo. El hombre en el carro se piensa él mismo un conquistador antes que
haya realmente conquistado, y cree que la victoria debe llegar al conquistador.
Hay posibilidades verdaderas en este hermoso concepto, pero también muchas
falsas. Fuegos ilusorios y los numerosos peligros se ocultan aquí.
Él controla las esfinges por la
energía de una palabra mágica, pero la tensión de su voluntad puede fallar y
entonces la palabra mágica perderá su poder y puede ser devorado por las
esfinges.
Éste es de hecho el Conquistador,
pero solamente por el momento; aún no ha conquistado el Tiempo, y el momento
del éxito es desconocido para él..
Éste es el Conquistador, no por
amor, sino por el fuego y la espada, un conquistador contra quien lo
conquistado puede presentarse. Usted ve detrás de él las torres de la ciudad
conquistada? Quizás la llama de la sublevación ya se quema allí.
Sin embargo, puede ser que,
incluso en sus errores y peligros, la Gran Concepción permanezca oculta. Él
intenta saber y, quizás, en orden a captar, los errores, peligros e incluso las
faltas son necesarias.
Entienda que éste es el mismo
hombre que usted vio uniendo el Cielo y la Tierra, y otra vez verá caminando a
través de un desierto caliente hacia un precipicio.
CARTA VIII.
EL PODER
En el medio de un llano verde,
rodeado por colinas azules, vi a una mujer con un león. Ornada con guirnaldas
de rosas, un símbolo del infinito sobre su cabeza, la mujer calmada y
confiadamente tomaba las fauces del león y este obedientemente le lamía su
mano.
“Este es un cuadro del poder”,
dijo la voz. “Tiene diversos significados. Primero muestra el poder del amor.
El Amor solamente puede conquistar la ira. El odio alimenta al odio. Recuerde
qué Zaratustra dijo: “Dejar al hombre ser liberado de venganza; esto para mí es
un puente que conduce a una esperanza más alta y un arco iris en el cielo
después de largas tormentas”.
“Luego esto muestra el poder de
la unidad. Esas guirnaldas de rosas sugieren una cadena mágica. La unidad de
deseos, unidad de aspiraciones, crea tal poder al que cualquier fuerza salvaje,
incontrolada e inconsciente está sometida. Igualmente los deseos, si están
unidos, son capaces para conquistar el mundo entero.
“El cuadro también muestra el
poder del infinito, esa esfera de misterios. Porque una consciencia que percibe
el símbolo del infinito sobre ella, no sabe de ningún obstáculo y nada se le
puede oponer”.
CARTA IX
EL ERMITAÑO
Después de largos vagabundeos sobre
un desierto arenoso, sin agua donde solamente vivían las serpientes, me
encontré con el Ermitaño.
Se envolvía en un largo manto,
una capucha cubría su cabeza. Sostenía un bastón largo en una mano y en la otra
una lámpara encendida, aunque estaba a plena luz de día y el sol brillaba.
“La lámpara de Hermes
Trismegisto”, dijo la voz, “esta es el conocimiento más alto, ese conocimiento
interno que ilumina de una nueva manera igual a lo que aparece para ser
conocido ya claramente. Esta lámpara se enciende sobre el pasado, el presente y
el futuro para el Ermitaño, y abre las almas de la gente y las más íntimas
hendiduras de sus corazones.”
“El manto de Apolonio es la
facultad del hombre sabio por la cual él se aísla, aún en medio de una ruidosa
muchedumbre; es su habilidad interna para ocultar sus misterios, igualmente
expresa su capacidad para el silencio y su poder de acción en calma.
“El bastón de los patriarcas es
su autoridad interna, su poder, su confianza en sí mismo.”
La lámpara, el manto y el bastón
son los tres símbolos de la iniciación. Son necesarios para dirigir almas más
allá de la tentación de los fuegos ilusorios por los costados del camino, de
modo que puedan ir directamente a la más elevada meta. Él que recibe estos tres
símbolos o aspira a obtenerlos, “se esfuerza en enriquecerse con todo lo que él
pueda adquirir, no para sí mismo, sino, como Dios, para deleitarse en el goce
de dar “.
“La virtud de dar es la base de
la vida de un iniciado.”Su alma se transforma en ‘una disipadora de todos los
tesoros’ así dijo Zaratustra.
“La iniciación une la mente
humana con la mente más alta a través de una cadena de analogías. Esta cadena
es la escala que conduce al cielo, la que soñó el patriarca”.
CARTA. X.
LA RUEDA DE LA FORTUNA.
Caminé adelante, absorto en un
profundo pensamiento, intentando entender la visión del Ángel. Y
repentinamente, cuando levanté mi cabeza, vi en la mitad del cielo un círculo
enorme que giraba cubierto con letras y símbolos Kabalísticos. El círculo
giraba con terrible velocidad y alrededor de él descendían y se elevaban,
orbitando, las figuras simbólicas de la serpiente y del perro, sobre éste
estaba sentada una quieta esfinge.
En las nubes, en las cuatro
esquinas del cielo, vi los cuatro seres apocalípticos, uno con la cara de un
león, otro con la cara de un ángel, el tercero con la cara de un águila, y el
cuarto con la cara de a toro. Y cada uno de ellos leyó un libro abierto.
Y oí las voces de las bestias de
Zaratustra:–
“Todos van, todos regresan,” — la
rueda de la vida siempre gira. Todos mueren, todos florecen nuevamente, — el
año de la existencia funciona eternamente.
“Todos fallecen, todos viven
nuevamente, la misma casa de la existencia está siempre construyéndose. Todos
se separan, todos se encuentran nuevamente, el anillo de la existencia es
siempre verdadero en sí mismo.
“La existencia comienza en cada
momento. Alrededor de cada un “aquí” rueda “allí”. El centro está por todas
partes. La forma de la eternidad es una curva”.
CARTA XI.
LA JUSTICIA.
Cuando poseí las llaves, leí el
libro y entendí los símbolos, me permitieron levantar la cortina del templo y
entrar a su Sanctum interno. Y allí observé a una mujer con una corona del oro
y un manto púrpura. Ella sostenía una espada en una mano y una balanza en la
otra. Temblé con temor ante su apariencia, que era profunda y misteriosa, y fui
arrastrado como a un abismo.
“Usted ve la Verdad”, dijo la
voz, “en esta balanza todo es pesado. Esta espada está siempre levantada para
guardar justicia, y nada puede escapar a ella.
“Pero, porqué evita ver la
balanza y la espada? Ellas removerán las ilusiones pasadas. Cómo podría usted
vivir en la tierra sin estas ilusiones?
“Usted deseaba ver la Verdad y
ahora usted la observa! Pero recuerde qué le sucede al mortal que observa una
Diosa!”
CARTA XII.
EL HOMBRE COLGADO.
Y entonces vi un hombre en
terrible sufrimiento, colgado por una pierna, cabeza abajo, a un árbol alto. Y oí
la voz: –
“Mire! Este es un hombre que vio
la Verdad. El sufrimiento aguarda el hombre en la tierra, que encuentra la vía
a la eternidad y a la comprensión de lo Infinito.
“Él sigue siendo un hombre, pero
sabe ya mucho de lo que es inaccesible incluso a los Dioses. Y lo
inconmensurable de lo pequeño y lo grande en su alma constituye su dolor y su
Gólgota.
“En su propia alma aparece la
horca en la cual cuelga sufriendo, sintiendo que está de hecho invertido.
“Él escogió esta forma de él
mismo.
“Para esto él pasó un camino
largo de intento en intento, de iniciación en iniciación, a través de fallas y
caídas.
“Y ahora ha encontrado la Verdad
y se conoce a sí mismo.
“Sabe que es él quien está parado
ante un altar con símbolos mágicos, y abarca desde la tierra al cielo; también
que él camina en un camino polvoriento debajo de un sol abrasador a un
precipicio donde un cocodrilo le aguarda; que mora con su pareja en el paraíso
bajo de sombra de un genio de bendición; que lo encadenan a un negro cubo bajo
la sombra de la ilusión; que está parado como vencedor por un momento en un
carro ilusorio tirado por las esfinges; y que con una linterna con el sol
brillando, busca para la Verdad en un desierto.
“Ahora él se encontró con Ella”.
CARTA. XIII
LA MUERTE.
Fatigado por el destello de la
Rueda de la Vida, me conecté a la tierra y cerré mis ojos. Pero me parecía que
la rueda seguía girando ante mí y que las cuatro criaturas continuaban sentadas
en las nubes y seguían leyendo sus libros.
Repentinamente, al abrir los
ojos, vi a un jinete gigantesco en un caballo blanco, usando una armadura
negra, con un casco y una pluma negros. Una cara de esqueleto miraba hacia
fuera debajo del casco. Una mano huesuda sostenía un grande y negra bandera que
se agitaba lentamente, y en la otra sostenía una brida negra ornamentada con
calaveras y huesos.
Y, dondequiera que el caballo
blanco pasaba, le seguían la noche y la muerte; las flores se marchitaban, las
hojas caían, la tierra se cubría con un ropaje blanco; aparecían los cementerios;
las torres, los castillos y las ciudades eran destruidos.
Reyes en el pleno esplendor de su
fama y de su poder; las mujeres hermosas amadas y amando; altos sacerdotes
investidos por el poder de Dios; niños inocentes — cuando vieron el caballo blanco
todos cayeron sobre sus rodillas ante él, estirando sus manos en terror y
desesperación, y cayeron para no levantarse más.
Lejos, detrás de dos torres, el
sol se puso.
Un frío mortal me envolvió. Los
pesados cascos del caballo parecían caminar en mi pecho, y sentía que el mundo
se hundía en un abismo.
Pero todo tenía algo familiar,
pero visto y oído débilmente, parecía venir del paso medido del caballo. Un
momento más y oí en sus pasos el movimiento de la Rueda de la Vida!
Una iluminación entró en mí, y,
mirando al jinete alejarse y el sol descendiendo, entendí que el Camino de la
Vida consiste en los pasos del caballo de la muerte.
El sol se hunde en un punto y se
levanta en otro. Cada momento de su movimiento es un descenso en un punto y un
ascenso en otro. Entendí que se levanta mientras se hunde y que se hunde
mientras se levanta, y que la vida, al venir al nacimiento, muere, y al morir
viene a nacer.
“Sí,” –dijo la voz –El sol no
piensa en ir hacia abajo o hacia arriba. Qué sabe él de la tierra, de ir y
venir observado por los hombres? Va en su propia manera, sobre su propia
órbita, alrededor del Centro desconocido. La vida, la muerte, se levantan y
caen– no sabe que todas esas cosas son pensamientos, sueños y temores del
Tonto?
CARTA XIV.
LA TEMPLANZA
Apareció un ángel en una túnica
blanca tocando la tierra y el cielo. Sus alas eran llameantes y una radiación
de oro estaba alrededor de su cabeza. En su pecho usaba el signo sagrado del
libro del Tarot — un triángulo dentro de un cuadrado, un punto dentro del
triángulo; en su frente el símbolo de la vida y de la eternidad, el círculo.
En una mano estaba una copa de
plata, en la otra una copa de oro y allí fluía entre estas copas una corriente
constante, que relucía con todos los colores del arco iris. Pero no podría
decir de qué copa ni en qué copa la corriente fluía.
Con gran y reverente temor
entendí que estaba cerca del último de los misterios desde el cual no hay
retorno. Miraba sobre el ángel, sobre sus símbolos, sus copas, la corriente de
arco iris entre las copas, — y mi corazón humano temblaba con miedo y mi mente
humana se contraía con angustia y con carencia de entendimiento.
“Sí”, — dijo la voz — “Este es un
misterio que se revela en la Iniciación. La Iniciación ‘ es simplemente la
revelación de este misterio en el alma. El Ermitaño recibe la lámpara, el manto
y el bastón de modo que él pueda portar la luz de este misterio.
“Pero usted probablemente vino
aquí sin preparación. Entonces mire, escuche e intente entender, porque ahora
el entendimiento es su única salvación. Quién se acerque al misterio sin
completa comprensión estará perdido.
“El nombre del ángel es Tiempo.
El círculo en su frente es el símbolo de la eternidad y de la vida. Cada vida
es un círculo que vuelve al mismo punto donde comenzó. La muerte es la vuelta
al nacimiento. Y desde un punto al otro en la circunferencia de un círculo la
distancia es siempre la misma, y el posterior, esto es desde un punto, será el
siguiente de otro.
“La eternidad es una serpiente,
persiguiendo su cola, nunca alcanzándola.
“Una de las copas que el ángel
sostiene es el pasado, la otra es el futuro. La corriente del arco iris entre
las copas es el presente. Usted ve que esto fluye en ambos sentidos.
“Este es el Tiempo en su aspecto
más incomprensible.
“Los hombres piensan que todo
fluye constantemente en una dirección. No ven que todo se encuentra
perpetuamente y que el Tiempo es una multiplicidad de círculos girando.
Entienda este misterio y aprenda discernir las corrientes contrarias en la
corriente del arco iris del presente.
“El símbolo del libro sagrado del
Tarot en el pecho del ángel es el símbolo de la correlación de Dios, del Hombre
y del Universo.
“El triángulo es Dios, el mundo
del espíritu, el mundo de las ideas. El punto dentro del triángulo es el alma
del hombre. El cuadrado es el mundo visible.
“La consciencia del hombre es la
chispa divina, un punto dentro del triángulo del espíritu. Por lo tanto el
cuadrado entero del universo visible es igual al punto dentro del triángulo.
“El mundo del espíritu es el
triángulo de los veintiún signos del Tarot. El cuadrado representa al fuego, el
aire, el agua y la tierra, y así simboliza al mundo.
“Todo esto, en la forma de los
cuatro símbolos, está en la bolsa del Loco, quien en sí es un punto en un
triángulo. Por lo tanto un punto sin dimensión contiene un cuadrado infinito”.
CARTA XV.
EL DIABLO.
La noche negra, tremenda envolvía
la tierra. Una siniestra llama roja ardía en la distancia. Me acerqué a una
figura fantástica que se delineaba ante mí, así vine a estar más cerca de ella.
Alto sobre la tierra apareció la repulsiva cara roja del Diablo, con grandes
oídos melenudos, barba acentuada y cuernos curvados de cabra.
Un pentagrama, señalando hacia
abajo, brilló con luz fosfórica entre los cuernos en su frente. Dos grandes y
grises alas como de murciélago las alas se desplegaron detrás de él. Levantaba
un brazo, desplegando su mano abierta y gorda. En la palma vi el signo de la
magia negra. Sostenía una antorcha ardiente hacia abajo en su otra mano que
emitía un humo negro y sofocante.
Se sentó en un gran cubo negro,
agarrándolo con las garras de sus piernas bestiales con pelo encrespado.
Fueron encadenados al cubo un
hombre y una mujer — el mismo Hombre y Mujer que había visto en el jardín, pero
ahora tenían cuernos y colas inclinándose, ardiendo en sus extremos. Y ellos
estaban evidentemente descontentos en el espíritu, y plenos de protesta y
repulsión.
“Este es un cuadro de debilidad”,
dijo la voz, “un cuadro de falsedad y maldad. Son el mismo hombre y mujer que
vio en el jardín, pero su amor dejó de ser un sacrificio, pasando a ser una
ilusión. Este hombre y mujer olvidaron que su amor es un vínculo en la cadena
que los une con la eternidad, que su amor es un símbolo del equilibrio y un camino
al Infinito.
“Se olvidaron de que es una llave
de la puerta del mundo mágico, la antorcha que ilumina el camino más alto. Se
olvidaron que el amor es verdadero e inmortal y ellos lo subyugaron a lo irreal
y temporal. Y cada uno de ellos hizo del amor una herramienta para someter al
otro.
“Entonces el amor se transforma
en disensión y les ata con cadenas de hierro al cubo negro de la materia, sobre
la que sienta la ilusión.”
Y oí la voz del Diablo: “Soy
malvado”– dijo él — ” tanto como el mal pueda existir en este el mejor de los
mundos. En orden a verme, uno debe estar capacitado para ver poder considerar
la injusticia, lo incorrecto y lo estrecho. Yo cierro el triángulo, de los
otros dos lados, los cuales son la muerte y el tiempo. Para escapar de este
triángulo es necesario ver que este no existe.
“Pero cómo hacer esto no está en
mi decirlo. Porque yo soy el Mal, el que los hombres dicen que es la causa de
todo mal y el que ellos inventaron como excusa para todo el mal que hacen.
“Me llaman el príncipe de la
falsedad, y verdaderamente soy el príncipe de mentiras, porque soy la más
monstruosa producción de las mentiras humanas”.
CARTA XVI.
LA TORRE.
Vi una alta torre que se extendía
de la tierra al cielo; su cumbre coronada de oro llegaba más allá de las nubes.
Alrededor reinaba la negra noche y el trueno retumbaba.
Los cielos se abrieron
repentinamente, un trueno sacudió la tierra entera, y el relámpago alcanzó la
cumbre de la torre y cayó la corona de oro. Una lengüeta de fuego se disparó
del cielo y la torre entera se llenó de fuego y humo. Entonces observé a los
constructores de la torre cayendo de cabeza hacia la tierra.
Y la voz dijo: –
“La edificación de la torre fue
comenzada por los discípulos del gran Maestro para tener un recordatorio
constante de las enseñanzas del Maestro, que la verdadera torre se debe
construir en la propia alma, que la torre construida por las manos no puede
tener misterios, que nadie puede ascender al cielo pisando escalones de piedra.
“Pero los discípulos se olvidaron
en poco tiempo del verdadero convenio con el Maestro y de lo que la torre
simbolizaba, y comenzaron a creer en la torre de piedra que habían construido,
y enseñado a otros a creer. Comenzaron a decir que en esta torre estaba el
poder, el misterio y el espíritu del Maestro, de que la torre en sí es sagrada
y que está construida para la venida acordada del Maestro, según Su convenio y
Su voluntad. Y esperaron en la torre por el Maestro. Otros no creyeron esto, o
lo interpretaron diferente. Entonces comenzaron las disputas sobre los derechos
de la cumbre. Las peleas comenzaron, ‘ nuestro Maestro, el Maestro de ustedes,
‘ se decía; ‘ la torre de nosotros, la torre de ustedes’. Y los discípulos
dejaron de entenderse. Sus lenguas se habían tornado confusas.
“Usted entiende lo significado
aquí? Ellos habían comenzado a pensar que esta es la torre del Maestro, la que
Él construyó a través de ellos, y que debe, y de hecho, puede ser construido
hasta el cielo.
“Y usted ve cómo respondió el
cielo?”
CARTA XVII.
LA ESTRELLA.
Una emoción extraña me asió. Un
temblor ardiente corrió en ondas a través de todo mi cuerpo. Mi corazón aceleró
sus latidos, un tumulto agitó mi mente.
Sentí que estaba rodeado por
misterios portentosos. Y de inmediato ejes de Luz penetraron mi ser e
iluminaron muchas cosas antes en la oscuridad, cuya existencia incluso nunca
había sospechado. Velos desaparecidos de los cuales había sido antes
inconsciente. Voces me hablaron. Y repentinamente todo mi conocimiento anterior
tomó un nuevo y diferente significado.
Descubrí correlaciones
inesperadas en las cosas que había pensado hasta ahora ajenas unas de otras.
Objetos distantes y diferentes unos de otros se muestran cercanos y similares.
Los hechos del mundo desplegados ante mis ojos de acuerdo a un nuevo patrón.
En el cielo había una enorme
estrella rodeada por siete estrellas más pequeñas. Sus rayos se mezclaban,
llenando el espacio con radiación y esplendor inconmensurables. Entonces supe
que vi ese Cielo del cual Plotino dijo:
“Donde. . . todas las cosas son diáfanas;
y nada es oscuro u opone resistencia, sino que todo, internamente y a través de
cada uno, es evidente. Porque la luz se encuentra por todas partes con la luz,
puesto que todo contiene todas las cosas en sí mismo, y a la vez vemos todas
las cosas en otras. De modo que todas las cosas están por todas partes, y todo
es todo. Cada cosa es como todo. Y el esplendor allí es infinito. Porque todo
allí es grande, desde el momento de que aunque sea pequeño es grande.
“El sol, que está allí, es todas
las estrellas; y cada estrella es a la vez el sol y todas las estrellas. En
cada una, sin embargo, predomina una propiedad diferente, pero al mismo tiempo
todas las cosas son visibles en cada una. El movimiento allí es además puro;
porque el movimiento no está confundido por un móvil diferente de él. La
permanencia también no sufre ningún cambio de su naturaleza, porque no se
mezcla con lo inestable. Y lo hermoso allí es hermoso, porque no subsiste en
belleza. Cada cosa también, está allí establecida, no como en una tierra
extranjera, sino como el asiento en el que cada cosa es. . . . . Ni es la cosa
en sí diferente del lugar en el cual subsiste. Porque el tema de esta es el
intelecto, y es en sí misma intelecto. . . . En esta región sensible, por lo
tanto, una parte no es producida por otra, sino que cada parte es una parte
sola. Pero allí la parte siempre procede de la totalidad y es al mismo tiempo
parte y totalidad. Porque esta aparece de hecho como una parte, pero por él
cuya vista es aguda, esta será vista como una totalidad.
“Donde. . . además no hay
ostentación de la visión que está allí, ni ninguna plenitud de percepción que
pueda traer intuición a un fin.
“Porque para nadie había allí
alguna vacuidad que cuando se llenara cause que la energía visible cese; ni es
esta una cosa, sino que otra, así como para ocasionar una parte de una cosa no
para ser amigable esa u otra.
“Donde. . . la vida es sabiduría;
una sabiduría no obtenida por un proceso del razonamiento, porque la totalidad
siempre estaba, y no está en algún aspecto deficiente, como tampoco está en lo
que se busca de la investigación. Sino que es la primera sabiduría, y no se
deriva de otra .
Entendía que toda la radiación
aquí es pensamiento; y los colores que cambian son emociones. Y cada rayo, si
miramos en esto, se tornan en imágenes, símbolos, voces y humores. Y vi que no
hay nada inanimado, sino que todo es alma, todo es vida, todo es emoción e
imaginación.
Y debajo de las estrellas
radiantes al lado del río azul vi a una doncella desnuda, joven y hermosa. Ella
se hincó sobre una rodilla y vertió agua a partir de dos recipientes, uno de
oro y uno de plata. Un pájaro pequeño en un arbusto cercano levantó sus alas y
estaba presto para volar lejos.
Por un momento entendí que
observaba el Alma de la Naturaleza.
“Esta es la Imaginación de la
Naturaleza” — dijo la voz suavemente — “La Naturaleza sueña, improvisa, crea
mundos. Aprenda a unir su imaginación con la imaginación de Ella y nada será
jamás imposible para usted. Pierda el mundo externo y busque esto en usted
mismo. Entonces encontrará la luz.
“Pero recuerde, a menos que usted
haya perdido la Tierra, usted no encontrará el Cielo. Es imposible considerar
tanto lo equivocado y lo correcto al mismo tiempo.”
CARTA XVIII
LA LUNA.
Un llano desolado se desplegaba
ante mí. Una Luna Llena miraba abajo como en una vacilación contemplativa. Bajo
su luz de duda las sombras vivían su propia vida peculiar. En el horizonte vi
colinas azules, y sobre ellas serpenteaba un camino que se prolongaba entre dos
torres grises muy lejos en la distancia. De ambos lados del camino del camino
un lobo y un perro sentados, aullaban a la luna. Recuerdo que los perros creían
en latrocinios y fantasmas. Un cangrejo negro grande se arrastraba fuera del
riachuelo en las arenas. Un pesado y frío rocío caía.
El pavor se apoderó de mí. Sentí
la presencia de un misterioso mundo, un mundo de espíritus hostiles, de
cadáveres levantándose de los sepulcros, de fantasmas que se lamentan. En este
claro de luna pálido me parecía sentir la presencia de apariciones; alguien me
miró desde detrás de las torres, — y sabía que era peligroso mirar atrás.
CARTA XIX.
EL SOL
Tan pronto como percibí el sol,
entendí que este, en sí mismo, es la expresión de la Ardiente Palabra y el
signo del Emperador.
La gran lumbrera brilló con un
calor intenso a lo largo de las cabezas doradas de girasoles.
Y vi al muchacho desnudo, cuya
cabeza estaba coronada con rosas, galopando en un caballo blanco y agitando una
bandera roja brillante.
Cerré mis ojos por un momento y
cuando los volví a abrí vi que cada rayo del sol es el cetro del emperador y
porta la vida. Y vi cómo bajo concentración de estos rayos las flores místicas
de las aguas se abren y reciben los rayos por sí mismas y cómo toda la
naturaleza está constantemente naciendo de la unión de dos principios.
CARTA XX.
EL JUICIO.
Vi un llano de hielo, y en el
horizonte, una cadena de nevadas montañas. Una nube apareció y comenzó crecer
hasta que cubrió un cuarto de cielo. Dos ardientes alas rápidamente se
expandieron en la nube, y supe que miraba al mensajero de la Emperatriz.
Él levantó una trompeta y
sopló a través de ella vibrantes y poderosos tonos. El llano tembló en
respuesta a él y las montañas fuertemente rodaron sus ecos. Uno después de
otro, los sepulcros se abrieron en el llano y de ellos vinieron hombres y mujeres, viejos y
jóvenes, y niños. Estiraron sus brazos hacia el mensajero de la Emperatriz y
retuvieron los sonidos de su trompeta.
Y en sus tonos sentí la sonrisa
de la Emperatriz y en los sepulcros abiertos vi las flores abiertas cuya
fragancia parecía ser de la abertura que vi , fragancia que parecía fluir a
través de los brazos extendidos.
Entonces entendí el misterio del
nacimiento en la muerte.
CARTA XXI.
EL MUNDO.
Una visión inesperada apareció
ante mí. Un círculo no distinto de una guirnalda tejida del arco iris y de los
relámpagos, girando desde cielo a la tierra con una estupenda velocidad,
cegándome a través de su brillantez. Y en medio de esta luz y fuego, escuché
música y un suave cantar, truenos y el rugido de una tempestad, el estruendo de
montañas que caen y terremotos.
El círculo giró con un ruido
aterrorizante, tocando el sol y la tierra, y, en el centro de él vi la figura
desnuda, que bailaba de una hermosa mujer joven, envuelta por una luz y una
bufanda transparente, en su mano ella sostenía una varita mágica.
Se presentaron las cuatro bestias
apocalípticas que comenzaron a aparecer sobre los bordes del círculo; una con
la cara de un león, otra con la cara de un hombre, la tercera, de un águila y
la cuarta, de un toro.
La visión desapareció tan
repentinamente como apareció. Un extraño silencio cayó en mí. “Qué significa
esto?” pregunté maravillado.
“Es la imagen del mundo,” dijo la
voz, “pero esta puede ser entendida solamente después que se ha entrado al
Templo. Esta es una visión del mundo en el círculo del Tiempo, en medio de los
cuatro principios. Pero lo ve diferente porque vio el mundo externo a usted.
Aprenda ver esto en usted mismo y entenderá la infinita esencia, oculta en
todas las formas ilusorias. Entienda que el mundo que usted conoce es solamente
uno de los aspectos del mundo infinito, y las cosas y los fenómenos son
simplemente jeroglíficos de ideas más profundas.”
CARTA 0
EL LOCO
Y vi otro hombre.
Cansado y débil, él se arrastraba
por un camino polvoriento, a través del llano desierto bajo los abrasadores
rayos del sol. Echó un vistazo de soslayo con estupidez, los ojos fijos, una
media sonrisa, media sarcástica en su cara; no sabía adónde iba, pero estaba
absorbido por sus sueños quiméricos que funcionaban constantemente en el mismo
círculo. Su tonta capa estaba puesta en el lado frontal incorrecto, sus ropas
estaban rasgadas en la parte posterior; un lince salvaje con ojos que brillaban
intensamente saltó sobre él desde detrás de una roca y enterró sus dientes en
su carne. Él tropezó, casi se cayó, pero continuó arrastrándose hacia adelante,
sosteniendo todo el tiempo en sus hombros un bolso conteniendo cosas inútiles,
que él, en su estupidez, las llevaba dondequiera que fuera.
Ante él una grieta cruza el
camino y un profundo precipicio aguarda al tonto vagabundo. Entonces un
cocodrilo enorme con las fauces abiertas se arrastró hacia fuera del
precipicio. Y escuché la voz que dijo: -
“Mira! Éste es el mismo hombre.”
Sentí mi cabeza girar.
“Qué tiene en el bolso?”
Pregunté, no sabiendo por qué
preguntaba. Y después de un largo silencio la voz replicó: “Los cuatro símbolos
mágicos, el cetro, la copa, la espada y el pantáculo. El tonto los lleva siempre,
aunque hace mucho tiempo olvidó lo que significan. Sin embargo le pertenecen,
aunque no sabe su uso. Los símbolos no han perdido su poder, ellos lo conservan
en sí mismos.