viernes, 31 de agosto de 2012

LOS SÍMBOLOS









CARTA I

EL MAGO


Vi el Hombre. Su iba de la tierra al cielo y estaba vestido con un manto púrpura. Se paraba profundamente en el follaje y en las flores y su cabeza, sobre la que estaba la banda cefálica de un iniciado, parecía desaparecer misteriosamente en el infinito. Ante él sobre un cubo en forma de altar estaban cuatro símbolos de magia– el cetro, la copa, la espada y el pantáculo.Tenía su brazo derecho apuntando hacia el cielo, su izquierdo hacia la tierra. Bajo su manto lucía una túnica blanca entallada con una serpiente mordiéndose la cola.

Su cara estaba luminosa y serena y cuando sus ojos encontraron los míos, sentí que me decía los más íntimos recesos de mi alma. Me vi a mí mismo reflejado en él como en un espejo y sus ojos parecían mirar sobre mí. Y escuché una voz diciendo:

-”Mira, este el Gran Mago! Con sus manos él une el cielo y la tierra, y los cuatro elementos que forman el mundo son controlados por él. Los cuatro símbolos ante él son las cuatro letras del Nombre de Dios, los signos de los cuatro elementos, fuego, agua, aire, tierra”.

Tiemblo ante la profundidad de los misterios. Conmovido escucho las palabras escucho que parecen ser arrojadas por el mismo Gran mago, y fue como en pensamiento que él habló en mí. Estaba en una profunda trepidación y en ese momento siento que no había nada ante mí excepto el cielo azul, pero dentro de mí había una ventana abierta a través de la cual podía ver cosas sublimes y escuchar palabras sublimes.

CARTA II
LA SACERDOTISA

Cuando levanté el primer velo y entré en el patio externo del Templo de la Iniciación, vi en semi oscuridad la figura de una mujer sentada en un trono alto entre los dos pilares del templo, uno blanco, y uno negro. El misterio emanaba de ella y estaba a su alrededor. Los símbolos sagrados brillaron en su verde vestido; en su cabeza estaba una tiara de oro sobremontada por una luna con dos cuernos; sobre sus rodillas sostenía dos llaves cruzadas y un libro abierto. Entre los dos pilares detrás de la mujer colgaba otro velo todo bordado con verdes hojas y frutos de la granada.

Y una voz dijo:
“Para entrar en el templo uno debe levantar el segundo velo y pasar entre los dos pilares. Y para así pasar, uno debe obtener la posesión de las llaves, leer el libro y entender los símbolos. Es usted capaz de hacer esto?”
“Quisiera ser capaz,” dije.

Luego la mujer dio vuelta su cara hacia mí y me miró en los ojos sin hablar. Y a través de mí pasó un estremecimiento, misterioso y penetrante como una onda de oro; los tonos vibrados en mi cerebro, una llama estaba en mi corazón, y entendí que ella me hablaba, sin pronunciar palabras:

“Este es el Pasillo de la Sabiduría. Nadie pueden revelarlo, ni uno puede ocultarlo. Como una flor debe crecer y florecer en vuestra alma. Si usted plantara la semilla de esta flor en vuestro suelo– aprendería a discernir lo verdadero de lo falso. Escucharía solamente la voz que es insonora… Miraría solamente en lo que está invisible, y recuerde eso está en usted mismo, es el templo y la puerta a esto, y el misterio, y la iniciación.”

CARTA III
LA EMPERATRIZ

Sentí la respiración de la primavera, y acompañando la fragancia de violetas y de lirios del valle oí el delicado cantar de los elfos. El riachuelo murmuró, las copas de los árboles crujieron, las hierbas susurraron, los innumerables pájaros cantaron en coro y las abejas zumbaron; por todas partes sentía la respiración de la naturaleza alegre, viva.
El sol brillaba delicada y suavemente y una pequeña nube blanca colgaba sobre los bosques.

En el medio de un prado verde en donde florecían los primores, vi a la Emperatriz sentada en un trono cubierto con hiedra y lilas. Una guirnalda verde adornaba su pelo de oro y, sobre su cabeza, brillaban doce estrellas. Detrás de ella se levantaron dos alas nevosas y en sus manos llevaba un cetro. Todo alrededor, bajo de la dulce sonrisa de la Emperatriz, flores y brotes abriendo su cubierta de rocío, verde hojas. Su vestido entero estaba cubierto con ellos como si cada uno abriera nuevamente la flor que era reflejada en ella o se había grabado sobre eso y se había convertido así parte de su ropa.

El signo de Venus, la diosa del amor, estaba cincelado sobre su trono de mármol.

“Reina de la vida,” dije, “porqué todo es tan brillante y alegre alrededor de usted? No conoce el gris, el cansado otoño, el invierno blanco y frío? No conoce de la muerte y de cementerios con negras, frías y húmedas tumbas? Cómo puede sonreír tan alegre sobre las flores abriendo, cuando todo está destinado a morir, incluso lo que aún no ha nacido?
Por respuesta la Emperatriz miró en mí aún sonriente y, bajo influencia de esa sonrisa, sentí repentinamente una flor de algún claro entendimiento abriéndose en mi corazón.

CARTA IV.
EL EMPERADOR.

Después de que aprendiera los primeros tres números me dieron a entender la Gran Ley de Cuatro — el Alfa y el Omega de todo.
Vi el emperador sobre un elevado trono de piedra, ornamentado por cuatro cabezas de carnero. En su frente brillaba un casco dorado. Su barba blanca caía sobre una capa púrpura. En una mano sostenía una esfera, el símbolo de su posesión, y en la otra, un cetro en la forma de una cruz egipcia — muestra de su poder sobre el nacimiento.

“Soy la Gran Ley,” dijo el Emperador. “Yo soy el nombre de Dios. Las cuatro letras de su nombre están en mí y estoy en todo.
“Estoy en los cuatro principios. Estoy en los cuatro elementos. Estoy en las cuatro estaciones. Estoy en los cuatro puntos cardinales. Estoy en los cuatro signos del Tarot.

“Soy el principio; Soy la acción;
Soy el término; Soy el resultado.
“Para el que sepa verme no hay misterios en la tierra.
“Soy el gran Pantáculo

“Así como la tierra encierra en sí misma el fuego, el agua y el aire; así la cuarta letra del nombre encierra en sí las primeras tres y se convierte a sí misma en la primera, así mi cetro encierra el triángulo completo y lleva en sí mismo la semilla de un nuevo triángulo.

“Yo soy el Logos en el aspecto completo y el principio de un nuevo Logos.”
Y mientras el Emperador hablaba, su casco brillaba y brillaba y su dorada armadura destellaba bajo su capa. No podría llevar su gloria y yo no bajar mis ojos.

Cuando intenté levantarlos otra vez una vívida luz de radiante fuego estaba ante mí, y postrándome hice una reverencia a la ardiente Palabra.

CARTA V
EL SUMO SACERDOTE

Vi al gran Maestro en el Templo. Estaba sentado en un trono dorado colocado sobre una plataforma púrpura, y vestía la túnica de un alto sacerdote con una tiara dorada. Sostenía una cruz dorada de ocho puntas y a sus pies había dos llaves cruzadas. Dos iniciados estaban inclinados ante él y a los que le decía:

“Busquen el camino, no busquen el logro, busquen el camino dentro de ustedes.
“No esperen oír la verdad de otros, ni verla o leerla en libros. Busquen la verdad en ustedes, no fuera de ustedes.
“Aspiren solamente a lo imposible e inaccesible. Esperen solamente eso que no será.
“No se esperancen en Mí, — no me vean a Mí, — no crean — que yo estoy fuera de ustedes

“Dentro de su alma construyan una elevada torre por la cual puedan ascender al cielo. No crean en milagros externos, esperen milagros solamente dentro de ustedes. Cuídense de la creencia en un misterio de la tierra, en un misterio guardado por los hombres; porque los tesoros que deben ser guardados están vacíos. No busquen un misterio que pueda ser ocultado por los hombres. Busquen el misterio dentro de su propio ser
“Sobre todo, eviten esas torres construidas para preservar los misterios y para hacer un ascenso al cielo por escaleras de piedra. Y recuerden que tan pronto como los hombres construyan tal torre comienzan a disputarse la cumbre.

“El camino está en ustedes mismos, y la Verdad está en ustedes mismos y el Misterio está en ustedes mismos.”

CARTA VI
LOS AMANTES.


Vi un jardín floreciente en un valle verde, rodeado por suaves colinas azules.
En el jardín vi a un hombre y a mujer hermosos y desnudos. Se amaron y su amor era su servicio a la Gran Concepción, una plegaria y un sacrificio; a través de esto ellos comulgaron con Dios, a través de esto recibieron las altas revelaciones, en su luz las verdades más profundas vinieron a ellos; el mundo mágico abrió su puerta; los elfos, ondinas silfos y gnomos vinieron abiertamente a ellos; los tres reinos de la naturaleza, el mineral, vegetal y animal y los cuatro elementos — fuego, agua, aire y tierra, les sirvieron.
A través de su Amor vieron el misterio del equilibrio del mundo, y que ellos mismos fueron un símbolo y expresión de este balance. Dos triángulos unidos en ellos en una estrella de seis puntas. Dos imanes fusionados en un lapsus. Eran dos. El tercero era el Futuro Desconocido. Los tres hacían Uno.

Vi a la mujer mirar hacia fuera sobre el mundo como ensimismada con su belleza. Y del árbol en el cual maduró la fruta de oro vi una serpiente arrastrándose. Susurró en el oído de la mujer, y vi que ella la escuchaba, sonriendo suspicazmente al principio, luego con la curiosidad que se combinó en alegría. Entonces La vi hablar al hombre. Noté que él parecía admirarla solamente y sonriendo con una expresión de alegría y de simpatía a lo que ella le decía.

“Este cuadro que usted ve, es un cuadro de la tentación y la caída “, dijo la voz. “Qué constituye la caída? Entiende su naturaleza?
“La vida es así buena”, dije, “y el mundo tan hermoso, y este hombre y mujer desearon creer en la realidad del mundo y de sí mismos. Buscaron olvidarse del servicio y tomaron del mundo lo que este puede dar. Hicieron una distinción entre sí mismos y el mundo. Dijeron, ‘ estamos aquí, el mundo está allá ‘. Y el mundo se separó de ellos y llegó a ser hostil.”

“Sí”, dijo la voz, ésta es la verdad. ” El error eterno con los hombres es que ven la caída en el amor. Pero el amor no es una caída, es una elevación sobre un abismo. Y cuanto más alto es el vuelo, más hermosa y fascinante aparece la tierra. Pero esa sabiduría, que se arrastra sobre la tierra, aconseja la creencia en la tierra y en el presente. Ésta es la tentación. Y el hombre y la mujer se rindieron a esto. Cayeron de los reinos eternos y se sometieron al tiempo y a la muerte. El equilibrio fue perturbado. La tierra encantada se cerró sobre ellos. Los elfos, las ondinas, los silfos y los gnomos pasaron a ser invisibles.

La cara del dios dejó de revelarse a ellos, y todo las cosas aparecían al revés.
“Esta caída, este primer ‘ pecado del hombre ‘, se repite perpetuamente, porque el hombre continúa creyendo en su separación y en el Presente. Y solamente por medio de gran sufrimiento puede liberarse del control del tiempo y retornar a la Eternidad, dejar la oscuridad y volver a la Luz.”

“La vida es así buena”, dije, “y el mundo tan hermoso, y este hombre y mujer desearon creer en la realidad del mundo y de sí mismos. Buscaron olvidarse del servicio y tomaron del mundo lo que este puede dar. Hicieron una distinción entre sí mismos y el mundo. Dijeron, ‘ estamos aquí, el mundo está allá ‘. Y el mundo se separó de ellos y llegó a ser hostil.”

CARTA VII
EL CARRO.

Vi un Carro tirado por dos esfinges, una blanca, la otra negra. Cuatro pilares sostenían un pabellón azul, en el cual había estrellas de cinco puntas dispersas. El Conquistador revestido en armadura de acero, parado bajo este pabellón guiaba las esfinges. Llevaba un cetro, en el extremo del cual había un globo, un triángulo y un cuadrado. Un pentagrama dorado chispeaba en su corona. En el frente del carro estaba representada una esfera alada y debajo de eso el símbolo del místico lingam, significando la unión de dos principios.

“Todo en este cuadro tiene un significado. Mire e intente de entender “, dijo la voz.
“Esta es la Voluntad armada con el Conocimiento. Vemos aquí, sin embargo, el deseo de lograr, más que el logro en sí mismo. El hombre en el carro se piensa él mismo un conquistador antes que haya realmente conquistado, y cree que la victoria debe llegar al conquistador. Hay posibilidades verdaderas en este hermoso concepto, pero también muchas falsas. Fuegos ilusorios y los numerosos peligros se ocultan aquí.

Él controla las esfinges por la energía de una palabra mágica, pero la tensión de su voluntad puede fallar y entonces la palabra mágica perderá su poder y puede ser devorado por las esfinges.

Éste es de hecho el Conquistador, pero solamente por el momento; aún no ha conquistado el Tiempo, y el momento del éxito es desconocido para él..
Éste es el Conquistador, no por amor, sino por el fuego y la espada, un conquistador contra quien lo conquistado puede presentarse. Usted ve detrás de él las torres de la ciudad conquistada? Quizás la llama de la sublevación ya se quema allí.

Y él es inconsciente que la ciudad que venció por medio del fuego y la espada es la ciudad dentro de su propia consciencia, de que el carro mágico está en sí mismo y que las esfinges sedientas de sangre, también son un estado de consciencia dentro él, y le miran en cada movimiento. Él ha exteriorizado todas esas fases de su mente y las ve sólo fuera de sí mismo. Éste es su error fundamental. Ingresó al patio externo del Templo del Conocimiento, pero piensa que ha estado en el Templo mismo. Miró los rituales de las primeras pruebas como la iniciación, y confundió como la diosa, a la sacerdotisa que guardaba el umbral. Debido a esta idea falsa los grandes peligros le aguardan.


Sin embargo, puede ser que, incluso en sus errores y peligros, la Gran Concepción permanezca oculta. Él intenta saber y, quizás, en orden a captar, los errores, peligros e incluso las faltas son necesarias.
Entienda que éste es el mismo hombre que usted vio uniendo el Cielo y la Tierra, y otra vez verá caminando a través de un desierto caliente hacia un precipicio.

CARTA VIII.
EL PODER

En el medio de un llano verde, rodeado por colinas azules, vi a una mujer con un león. Ornada con guirnaldas de rosas, un símbolo del infinito sobre su cabeza, la mujer calmada y confiadamente tomaba las fauces del león y este obedientemente le lamía su mano.

“Este es un cuadro del poder”, dijo la voz. “Tiene diversos significados. Primero muestra el poder del amor. El Amor solamente puede conquistar la ira. El odio alimenta al odio. Recuerde qué Zaratustra dijo: “Dejar al hombre ser liberado de venganza; esto para mí es un puente que conduce a una esperanza más alta y un arco iris en el cielo después de largas tormentas”.

“Luego esto muestra el poder de la unidad. Esas guirnaldas de rosas sugieren una cadena mágica. La unidad de deseos, unidad de aspiraciones, crea tal poder al que cualquier fuerza salvaje, incontrolada e inconsciente está sometida. Igualmente los deseos, si están unidos, son capaces para conquistar el mundo entero.

“El cuadro también muestra el poder del infinito, esa esfera de misterios. Porque una consciencia que percibe el símbolo del infinito sobre ella, no sabe de ningún obstáculo y nada se le puede oponer”.

CARTA IX
EL ERMITAÑO

Después de largos vagabundeos sobre un desierto arenoso, sin agua donde solamente vivían las serpientes, me encontré con el Ermitaño.
Se envolvía en un largo manto, una capucha cubría su cabeza. Sostenía un bastón largo en una mano y en la otra una lámpara encendida, aunque estaba a plena luz de día y el sol brillaba.

“La lámpara de Hermes Trismegisto”, dijo la voz, “esta es el conocimiento más alto, ese conocimiento interno que ilumina de una nueva manera igual a lo que aparece para ser conocido ya claramente. Esta lámpara se enciende sobre el pasado, el presente y el futuro para el Ermitaño, y abre las almas de la gente y las más íntimas hendiduras de sus corazones.”

“El manto de Apolonio es la facultad del hombre sabio por la cual él se aísla, aún en medio de una ruidosa muchedumbre; es su habilidad interna para ocultar sus misterios, igualmente expresa su capacidad para el silencio y su poder de acción en calma.

“El bastón de los patriarcas es su autoridad interna, su poder, su confianza en sí mismo.”
La lámpara, el manto y el bastón son los tres símbolos de la iniciación. Son necesarios para dirigir almas más allá de la tentación de los fuegos ilusorios por los costados del camino, de modo que puedan ir directamente a la más elevada meta. Él que recibe estos tres símbolos o aspira a obtenerlos, “se esfuerza en enriquecerse con todo lo que él pueda adquirir, no para sí mismo, sino, como Dios, para deleitarse en el goce de dar “.
“La virtud de dar es la base de la vida de un iniciado.”Su alma se transforma en ‘una disipadora de todos los tesoros’ así dijo Zaratustra.
“La iniciación une la mente humana con la mente más alta a través de una cadena de analogías. Esta cadena es la escala que conduce al cielo, la que soñó el patriarca”.

CARTA. X.
LA RUEDA DE LA FORTUNA.

Caminé adelante, absorto en un profundo pensamiento, intentando entender la visión del Ángel. Y repentinamente, cuando levanté mi cabeza, vi en la mitad del cielo un círculo enorme que giraba cubierto con letras y símbolos Kabalísticos. El círculo giraba con terrible velocidad y alrededor de él descendían y se elevaban, orbitando, las figuras simbólicas de la serpiente y del perro, sobre éste estaba sentada una quieta esfinge.

En las nubes, en las cuatro esquinas del cielo, vi los cuatro seres apocalípticos, uno con la cara de un león, otro con la cara de un ángel, el tercero con la cara de un águila, y el cuarto con la cara de a toro. Y cada uno de ellos leyó un libro abierto.

Y oí las voces de las bestias de Zaratustra:–
“Todos van, todos regresan,” — la rueda de la vida siempre gira. Todos mueren, todos florecen nuevamente, — el año de la existencia funciona eternamente.

“Todos fallecen, todos viven nuevamente, la misma casa de la existencia está siempre construyéndose. Todos se separan, todos se encuentran nuevamente, el anillo de la existencia es siempre verdadero en sí mismo.
“La existencia comienza en cada momento. Alrededor de cada un “aquí” rueda “allí”. El centro está por todas partes. La forma de la eternidad es una curva”.

CARTA XI.
LA JUSTICIA.

Cuando poseí las llaves, leí el libro y entendí los símbolos, me permitieron levantar la cortina del templo y entrar a su Sanctum interno. Y allí observé a una mujer con una corona del oro y un manto púrpura. Ella sostenía una espada en una mano y una balanza en la otra. Temblé con temor ante su apariencia, que era profunda y misteriosa, y fui arrastrado como a un abismo.

“Usted ve la Verdad”, dijo la voz, “en esta balanza todo es pesado. Esta espada está siempre levantada para guardar justicia, y nada puede escapar a ella.

“Pero, porqué evita ver la balanza y la espada? Ellas removerán las ilusiones pasadas. Cómo podría usted vivir en la tierra sin estas ilusiones?
“Usted deseaba ver la Verdad y ahora usted la observa! Pero recuerde qué le sucede al mortal que observa una Diosa!”

CARTA XII.
EL HOMBRE COLGADO.

Y entonces vi un hombre en terrible sufrimiento, colgado por una pierna, cabeza abajo, a un árbol alto. Y oí la voz: –
“Mire! Este es un hombre que vio la Verdad. El sufrimiento aguarda el hombre en la tierra, que encuentra la vía a la eternidad y a la comprensión de lo Infinito.

“Él sigue siendo un hombre, pero sabe ya mucho de lo que es inaccesible incluso a los Dioses. Y lo inconmensurable de lo pequeño y lo grande en su alma constituye su dolor y su Gólgota.
“En su propia alma aparece la horca en la cual cuelga sufriendo, sintiendo que está de hecho invertido.
“Él escogió esta forma de él mismo.
“Para esto él pasó un camino largo de intento en intento, de iniciación en iniciación, a través de fallas y caídas.
“Y ahora ha encontrado la Verdad y se conoce a sí mismo.
“Sabe que es él quien está parado ante un altar con símbolos mágicos, y abarca desde la tierra al cielo; también que él camina en un camino polvoriento debajo de un sol abrasador a un precipicio donde un cocodrilo le aguarda; que mora con su pareja en el paraíso bajo de sombra de un genio de bendición; que lo encadenan a un negro cubo bajo la sombra de la ilusión; que está parado como vencedor por un momento en un carro ilusorio tirado por las esfinges; y que con una linterna con el sol brillando, busca para la Verdad en un desierto.
“Ahora él se encontró con Ella”.

CARTA. XIII
LA MUERTE.

Fatigado por el destello de la Rueda de la Vida, me conecté a la tierra y cerré mis ojos. Pero me parecía que la rueda seguía girando ante mí y que las cuatro criaturas continuaban sentadas en las nubes y seguían leyendo sus libros.

Repentinamente, al abrir los ojos, vi a un jinete gigantesco en un caballo blanco, usando una armadura negra, con un casco y una pluma negros. Una cara de esqueleto miraba hacia fuera debajo del casco. Una mano huesuda sostenía un grande y negra bandera que se agitaba lentamente, y en la otra sostenía una brida negra ornamentada con calaveras y huesos.
Y, dondequiera que el caballo blanco pasaba, le seguían la noche y la muerte; las flores se marchitaban, las hojas caían, la tierra se cubría con un ropaje blanco; aparecían los cementerios; las torres, los castillos y las ciudades eran destruidos.

Reyes en el pleno esplendor de su fama y de su poder; las mujeres hermosas amadas y amando; altos sacerdotes investidos por el poder de Dios; niños inocentes — cuando vieron el caballo blanco todos cayeron sobre sus rodillas ante él, estirando sus manos en terror y desesperación, y cayeron para no levantarse más.
Lejos, detrás de dos torres, el sol se puso.
Un frío mortal me envolvió. Los pesados cascos del caballo parecían caminar en mi pecho, y sentía que el mundo se hundía en un abismo.

Pero todo tenía algo familiar, pero visto y oído débilmente, parecía venir del paso medido del caballo. Un momento más y oí en sus pasos el movimiento de la Rueda de la Vida!
Una iluminación entró en mí, y, mirando al jinete alejarse y el sol descendiendo, entendí que el Camino de la Vida consiste en los pasos del caballo de la muerte.

El sol se hunde en un punto y se levanta en otro. Cada momento de su movimiento es un descenso en un punto y un ascenso en otro. Entendí que se levanta mientras se hunde y que se hunde mientras se levanta, y que la vida, al venir al nacimiento, muere, y al morir viene a nacer.
“Sí,” –dijo la voz –El sol no piensa en ir hacia abajo o hacia arriba. Qué sabe él de la tierra, de ir y venir observado por los hombres? Va en su propia manera, sobre su propia órbita, alrededor del Centro desconocido. La vida, la muerte, se levantan y caen– no sabe que todas esas cosas son pensamientos, sueños y temores del Tonto?

CARTA XIV.
LA TEMPLANZA

Apareció un ángel en una túnica blanca tocando la tierra y el cielo. Sus alas eran llameantes y una radiación de oro estaba alrededor de su cabeza. En su pecho usaba el signo sagrado del libro del Tarot — un triángulo dentro de un cuadrado, un punto dentro del triángulo; en su frente el símbolo de la vida y de la eternidad, el círculo.

En una mano estaba una copa de plata, en la otra una copa de oro y allí fluía entre estas copas una corriente constante, que relucía con todos los colores del arco iris. Pero no podría decir de qué copa ni en qué copa la corriente fluía.
Con gran y reverente temor entendí que estaba cerca del último de los misterios desde el cual no hay retorno. Miraba sobre el ángel, sobre sus símbolos, sus copas, la corriente de arco iris entre las copas, — y mi corazón humano temblaba con miedo y mi mente humana se contraía con angustia y con carencia de entendimiento.

“Sí”, — dijo la voz — “Este es un misterio que se revela en la Iniciación. La Iniciación ‘ es simplemente la revelación de este misterio en el alma. El Ermitaño recibe la lámpara, el manto y el bastón de modo que él pueda portar la luz de este misterio.
“Pero usted probablemente vino aquí sin preparación. Entonces mire, escuche e intente entender, porque ahora el entendimiento es su única salvación. Quién se acerque al misterio sin completa comprensión estará perdido.

“El nombre del ángel es Tiempo. El círculo en su frente es el símbolo de la eternidad y de la vida. Cada vida es un círculo que vuelve al mismo punto donde comenzó. La muerte es la vuelta al nacimiento. Y desde un punto al otro en la circunferencia de un círculo la distancia es siempre la misma, y el posterior, esto es desde un punto, será el siguiente de otro.
“La eternidad es una serpiente, persiguiendo su cola, nunca alcanzándola.
“Una de las copas que el ángel sostiene es el pasado, la otra es el futuro. La corriente del arco iris entre las copas es el presente. Usted ve que esto fluye en ambos sentidos.

“Este es el Tiempo en su aspecto más incomprensible.
“Los hombres piensan que todo fluye constantemente en una dirección. No ven que todo se encuentra perpetuamente y que el Tiempo es una multiplicidad de círculos girando. Entienda este misterio y aprenda discernir las corrientes contrarias en la corriente del arco iris del presente.

“El símbolo del libro sagrado del Tarot en el pecho del ángel es el símbolo de la correlación de Dios, del Hombre y del Universo.
“El triángulo es Dios, el mundo del espíritu, el mundo de las ideas. El punto dentro del triángulo es el alma del hombre. El cuadrado es el mundo visible.
“La consciencia del hombre es la chispa divina, un punto dentro del triángulo del espíritu. Por lo tanto el cuadrado entero del universo visible es igual al punto dentro del triángulo.
“El mundo del espíritu es el triángulo de los veintiún signos del Tarot. El cuadrado representa al fuego, el aire, el agua y la tierra, y así simboliza al mundo.
“Todo esto, en la forma de los cuatro símbolos, está en la bolsa del Loco, quien en sí es un punto en un triángulo. Por lo tanto un punto sin dimensión contiene un cuadrado infinito”.

CARTA XV.
EL DIABLO.

La noche negra, tremenda envolvía la tierra. Una siniestra llama roja ardía en la distancia. Me acerqué a una figura fantástica que se delineaba ante mí, así vine a estar más cerca de ella. Alto sobre la tierra apareció la repulsiva cara roja del Diablo, con grandes oídos melenudos, barba acentuada y cuernos curvados de cabra.
Un pentagrama, señalando hacia abajo, brilló con luz fosfórica entre los cuernos en su frente. Dos grandes y grises alas como de murciélago las alas se desplegaron detrás de él. Levantaba un brazo, desplegando su mano abierta y gorda. En la palma vi el signo de la magia negra. Sostenía una antorcha ardiente hacia abajo en su otra mano que emitía un humo negro y sofocante.

Se sentó en un gran cubo negro, agarrándolo con las garras de sus piernas bestiales con pelo encrespado.
Fueron encadenados al cubo un hombre y una mujer — el mismo Hombre y Mujer que había visto en el jardín, pero ahora tenían cuernos y colas inclinándose, ardiendo en sus extremos. Y ellos estaban evidentemente descontentos en el espíritu, y plenos de protesta y repulsión.

“Este es un cuadro de debilidad”, dijo la voz, “un cuadro de falsedad y maldad. Son el mismo hombre y mujer que vio en el jardín, pero su amor dejó de ser un sacrificio, pasando a ser una ilusión. Este hombre y mujer olvidaron que su amor es un vínculo en la cadena que los une con la eternidad, que su amor es un símbolo del equilibrio y un camino al Infinito.
“Se olvidaron de que es una llave de la puerta del mundo mágico, la antorcha que ilumina el camino más alto. Se olvidaron que el amor es verdadero e inmortal y ellos lo subyugaron a lo irreal y temporal. Y cada uno de ellos hizo del amor una herramienta para someter al otro.

“Entonces el amor se transforma en disensión y les ata con cadenas de hierro al cubo negro de la materia, sobre la que sienta la ilusión.”
Y oí la voz del Diablo: “Soy malvado”– dijo él — ” tanto como el mal pueda existir en este el mejor de los mundos. En orden a verme, uno debe estar capacitado para ver poder considerar la injusticia, lo incorrecto y lo estrecho. Yo cierro el triángulo, de los otros dos lados, los cuales son la muerte y el tiempo. Para escapar de este triángulo es necesario ver que este no existe.

“Pero cómo hacer esto no está en mi decirlo. Porque yo soy el Mal, el que los hombres dicen que es la causa de todo mal y el que ellos inventaron como excusa para todo el mal que hacen.
“Me llaman el príncipe de la falsedad, y verdaderamente soy el príncipe de mentiras, porque soy la más monstruosa producción de las mentiras humanas”.

CARTA XVI.
LA TORRE.

Vi una alta torre que se extendía de la tierra al cielo; su cumbre coronada de oro llegaba más allá de las nubes. Alrededor reinaba la negra noche y el trueno retumbaba.
Los cielos se abrieron repentinamente, un trueno sacudió la tierra entera, y el relámpago alcanzó la cumbre de la torre y cayó la corona de oro. Una lengüeta de fuego se disparó del cielo y la torre entera se llenó de fuego y humo. Entonces observé a los constructores de la torre cayendo de cabeza hacia la tierra.

Y la voz dijo: –
“La edificación de la torre fue comenzada por los discípulos del gran Maestro para tener un recordatorio constante de las enseñanzas del Maestro, que la verdadera torre se debe construir en la propia alma, que la torre construida por las manos no puede tener misterios, que nadie puede ascender al cielo pisando escalones de piedra.

“La torre debería haber advertido a la gente en no creer en ella. Debería haber servido como recordatorio del Templo interno y como protección contra el externo; debería haber sido como un faro, en un lugar peligroso en donde los hombres se han arruinado frecuentemente y a donde las naves no deben ir.

“Pero los discípulos se olvidaron en poco tiempo del verdadero convenio con el Maestro y de lo que la torre simbolizaba, y comenzaron a creer en la torre de piedra que habían construido, y enseñado a otros a creer. Comenzaron a decir que en esta torre estaba el poder, el misterio y el espíritu del Maestro, de que la torre en sí es sagrada y que está construida para la venida acordada del Maestro, según Su convenio y Su voluntad. Y esperaron en la torre por el Maestro. Otros no creyeron esto, o lo interpretaron diferente. Entonces comenzaron las disputas sobre los derechos de la cumbre. Las peleas comenzaron, ‘ nuestro Maestro, el Maestro de ustedes, ‘ se decía; ‘ la torre de nosotros, la torre de ustedes’. Y los discípulos dejaron de entenderse. Sus lenguas se habían tornado confusas.
“Usted entiende lo significado aquí? Ellos habían comenzado a pensar que esta es la torre del Maestro, la que Él construyó a través de ellos, y que debe, y de hecho, puede ser construido hasta el cielo.
“Y usted ve cómo respondió el cielo?”

CARTA XVII.
LA ESTRELLA.

Una emoción extraña me asió. Un temblor ardiente corrió en ondas a través de todo mi cuerpo. Mi corazón aceleró sus latidos, un tumulto agitó mi mente.
Sentí que estaba rodeado por misterios portentosos. Y de inmediato ejes de Luz penetraron mi ser e iluminaron muchas cosas antes en la oscuridad, cuya existencia incluso nunca había sospechado. Velos desaparecidos de los cuales había sido antes inconsciente. Voces me hablaron. Y repentinamente todo mi conocimiento anterior tomó un nuevo y diferente significado.
Descubrí correlaciones inesperadas en las cosas que había pensado hasta ahora ajenas unas de otras. Objetos distantes y diferentes unos de otros se muestran cercanos y similares. Los hechos del mundo desplegados ante mis ojos de acuerdo a un nuevo patrón.

En el cielo había una enorme estrella rodeada por siete estrellas más pequeñas. Sus rayos se mezclaban, llenando el espacio con radiación y esplendor inconmensurables. Entonces supe que vi ese Cielo del cual Plotino dijo:
“Donde. . . todas las cosas son diáfanas; y nada es oscuro u opone resistencia, sino que todo, internamente y a través de cada uno, es evidente. Porque la luz se encuentra por todas partes con la luz, puesto que todo contiene todas las cosas en sí mismo, y a la vez vemos todas las cosas en otras. De modo que todas las cosas están por todas partes, y todo es todo. Cada cosa es como todo. Y el esplendor allí es infinito. Porque todo allí es grande, desde el momento de que aunque sea pequeño es grande.

“El sol, que está allí, es todas las estrellas; y cada estrella es a la vez el sol y todas las estrellas. En cada una, sin embargo, predomina una propiedad diferente, pero al mismo tiempo todas las cosas son visibles en cada una. El movimiento allí es además puro; porque el movimiento no está confundido por un móvil diferente de él. La permanencia también no sufre ningún cambio de su naturaleza, porque no se mezcla con lo inestable. Y lo hermoso allí es hermoso, porque no subsiste en belleza. Cada cosa también, está allí establecida, no como en una tierra extranjera, sino como el asiento en el que cada cosa es. . . . . Ni es la cosa en sí diferente del lugar en el cual subsiste. Porque el tema de esta es el intelecto, y es en sí misma intelecto. . . . En esta región sensible, por lo tanto, una parte no es producida por otra, sino que cada parte es una parte sola. Pero allí la parte siempre procede de la totalidad y es al mismo tiempo parte y totalidad. Porque esta aparece de hecho como una parte, pero por él cuya vista es aguda, esta será vista como una totalidad.

“Donde. . . además no hay ostentación de la visión que está allí, ni ninguna plenitud de percepción que pueda traer intuición a un fin.
“Porque para nadie había allí alguna vacuidad que cuando se llenara cause que la energía visible cese; ni es esta una cosa, sino que otra, así como para ocasionar una parte de una cosa no para ser amigable esa u otra.
“Donde. . . la vida es sabiduría; una sabiduría no obtenida por un proceso del razonamiento, porque la totalidad siempre estaba, y no está en algún aspecto deficiente, como tampoco está en lo que se busca de la investigación. Sino que es la primera sabiduría, y no se deriva de otra .
Entendía que toda la radiación aquí es pensamiento; y los colores que cambian son emociones. Y cada rayo, si miramos en esto, se tornan en imágenes, símbolos, voces y humores. Y vi que no hay nada inanimado, sino que todo es alma, todo es vida, todo es emoción e imaginación.

Y debajo de las estrellas radiantes al lado del río azul vi a una doncella desnuda, joven y hermosa. Ella se hincó sobre una rodilla y vertió agua a partir de dos recipientes, uno de oro y uno de plata. Un pájaro pequeño en un arbusto cercano levantó sus alas y estaba presto para volar lejos.
Por un momento entendí que observaba el Alma de la Naturaleza.

“Esta es la Imaginación de la Naturaleza” — dijo la voz suavemente — “La Naturaleza sueña, improvisa, crea mundos. Aprenda a unir su imaginación con la imaginación de Ella y nada será jamás imposible para usted. Pierda el mundo externo y busque esto en usted mismo. Entonces encontrará la luz.
“Pero recuerde, a menos que usted haya perdido la Tierra, usted no encontrará el Cielo. Es imposible considerar tanto lo equivocado y lo correcto al mismo tiempo.”

CARTA XVIII
LA LUNA.

Un llano desolado se desplegaba ante mí. Una Luna Llena miraba abajo como en una vacilación contemplativa. Bajo su luz de duda las sombras vivían su propia vida peculiar. En el horizonte vi colinas azules, y sobre ellas serpenteaba un camino que se prolongaba entre dos torres grises muy lejos en la distancia. De ambos lados del camino del camino un lobo y un perro sentados, aullaban a la luna. Recuerdo que los perros creían en latrocinios y fantasmas. Un cangrejo negro grande se arrastraba fuera del riachuelo en las arenas. Un pesado y frío rocío caía.

El pavor se apoderó de mí. Sentí la presencia de un misterioso mundo, un mundo de espíritus hostiles, de cadáveres levantándose de los sepulcros, de fantasmas que se lamentan. En este claro de luna pálido me parecía sentir la presencia de apariciones; alguien me miró desde detrás de las torres, — y sabía que era peligroso mirar atrás.

CARTA XIX.
EL SOL

Tan pronto como percibí el sol, entendí que este, en sí mismo, es la expresión de la Ardiente Palabra y el signo del Emperador.
La gran lumbrera brilló con un calor intenso a lo largo de las cabezas doradas de girasoles.
Y vi al muchacho desnudo, cuya cabeza estaba coronada con rosas, galopando en un caballo blanco y agitando una bandera roja brillante.
Cerré mis ojos por un momento y cuando los volví a abrí vi que cada rayo del sol es el cetro del emperador y porta la vida. Y vi cómo bajo concentración de estos rayos las flores místicas de las aguas se abren y reciben los rayos por sí mismas y cómo toda la naturaleza está constantemente naciendo de la unión de dos principios.

CARTA XX.
EL JUICIO.

Vi un llano de hielo, y en el horizonte, una cadena de nevadas montañas. Una nube apareció y comenzó crecer hasta que cubrió un cuarto de cielo. Dos ardientes alas rápidamente se expandieron en la nube, y supe que miraba al mensajero de la Emperatriz.
Él levantó una trompeta y sopló a través de ella vibrantes y poderosos tonos. El llano tembló en respuesta a él y las montañas fuertemente rodaron sus ecos. Uno después de otro, los sepulcros se abrieron en el llano y de ellos vinieron  hombres y mujeres, viejos y jóvenes, y niños. Estiraron sus brazos hacia el mensajero de la Emperatriz y retuvieron los sonidos de su trompeta.
Y en sus tonos sentí la sonrisa de la Emperatriz y en los sepulcros abiertos vi las flores abiertas cuya fragancia parecía ser de la abertura que vi , fragancia que parecía fluir a través de los brazos extendidos.
Entonces entendí el misterio del nacimiento en la muerte.

CARTA XXI.
EL MUNDO.

Una visión inesperada apareció ante mí. Un círculo no distinto de una guirnalda tejida del arco iris y de los relámpagos, girando desde cielo a la tierra con una estupenda velocidad, cegándome a través de su brillantez. Y en medio de esta luz y fuego, escuché música y un suave cantar, truenos y el rugido de una tempestad, el estruendo de montañas que caen y terremotos.
El círculo giró con un ruido aterrorizante, tocando el sol y la tierra, y, en el centro de él vi la figura desnuda, que bailaba de una hermosa mujer joven, envuelta por una luz y una bufanda transparente, en su mano ella sostenía una varita mágica.

Se presentaron las cuatro bestias apocalípticas que comenzaron a aparecer sobre los bordes del círculo; una con la cara de un león, otra con la cara de un hombre, la tercera, de un águila y la cuarta, de un toro.
La visión desapareció tan repentinamente como apareció. Un extraño silencio cayó en mí. “Qué significa esto?” pregunté maravillado.
“Es la imagen del mundo,” dijo la voz, “pero esta puede ser entendida solamente después que se ha entrado al Templo. Esta es una visión del mundo en el círculo del Tiempo, en medio de los cuatro principios. Pero lo ve diferente porque vio el mundo externo a usted. Aprenda ver esto en usted mismo y entenderá la infinita esencia, oculta en todas las formas ilusorias. Entienda que el mundo que usted conoce es solamente uno de los aspectos del mundo infinito, y las cosas y los fenómenos son simplemente jeroglíficos de ideas más profundas.”

CARTA 0
EL LOCO

Y vi otro hombre.
Cansado y débil, él se arrastraba por un camino polvoriento, a través del llano desierto bajo los abrasadores rayos del sol. Echó un vistazo de soslayo con estupidez, los ojos fijos, una media sonrisa, media sarcástica en su cara; no sabía adónde iba, pero estaba absorbido por sus sueños quiméricos que funcionaban constantemente en el mismo círculo. Su tonta capa estaba puesta en el lado frontal incorrecto, sus ropas estaban rasgadas en la parte posterior; un lince salvaje con ojos que brillaban intensamente saltó sobre él desde detrás de una roca y enterró sus dientes en su carne. Él tropezó, casi se cayó, pero continuó arrastrándose hacia adelante, sosteniendo todo el tiempo en sus hombros un bolso conteniendo cosas inútiles, que él, en su estupidez, las llevaba dondequiera que fuera.

Ante él una grieta cruza el camino y un profundo precipicio aguarda al tonto vagabundo. Entonces un cocodrilo enorme con las fauces abiertas se arrastró hacia fuera del precipicio. Y escuché la voz que dijo: -
“Mira! Éste es el mismo hombre.”
Sentí mi cabeza girar.
“Qué tiene en el bolso?”
Pregunté, no sabiendo por qué preguntaba. Y después de un largo silencio la voz replicó: “Los cuatro símbolos mágicos, el cetro, la copa, la espada y el pantáculo. El tonto los lleva siempre, aunque hace mucho tiempo olvidó lo que significan. Sin embargo le pertenecen, aunque no sabe su uso. Los símbolos no han perdido su poder, ellos lo conservan en sí mismos.


FUENTE: P. D. Ouspensky



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