Sabemos que la Cristalomancia ya
existía en los primeros tiempos del cristianismo, aunque su origen data de
mucho antes: posiblemente de la Cábala (la rama antigua de la sabiduría secreta
que procede de la tradición mística judía). Los egipcios también hacían
adivinaciones mirando en cristales y grandes piedras preciosas, y llamaban a
esas maravillosas y pequeñas esferas (especialmente a los grandes cristales de
roca) el "Ojo de Horus".
Ya en tiempos más modernos, el
doctor Dee, famoso psíquico de la reina Isabel I, consultaba una bola de
cristal para respaldar sus profecías con visiones más expresivas; y de
Nostradamus se decía que usaba el cristal para confirmar, asimismo, sus
predicciones y cálculos astrológicos.
Uno de los aspectos más
interesantes del uso de la bola de cristal es que agudiza tanto las facultades
normales, tanto visuales como auditivas; de hecho, dependiendo de cuál sea
nuestro sentido más desarrollado, nos hacemos más clarividentes (capacidad de
ver imágenes) o más clarioyentes (capacidad de oír mensajes).
El uso de la bola de cristal
fortalece las dotes visuales lo que hace ver con mayor detalle y vivo
tecnicolor todas las cosas que nos rodean. Tanto para los clarioyentes como
para los clarividentes, las imágenes pueden aparecer de varias formas. Se
pueden ver pequeñas representaciones de acontecimientos presentes o futuros.
Fuente: Mancias
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